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2016-10-15 | Opinión | Mapuche

Respuesta al Profesor Jorge Pinto

No es resentimiento

El caso sobre el cual estoy polemizando, es que el profesor Pinto luego de explicar las causas históricas del conflicto entre el Pueblo Mapuche y el Estado Nación de Chile,- explicación que por lo demás comparto- expresó lo que a mi juicio es un error, al señalar que la tesis que moviliza a los actuales dirigentes mapuche es el “resentimiento”.




Foto: Nelson Soto Santibáñez.
Yo soy
un hombre nuevo,
por caridad, lo digo en sentido literal, soy progresista,
al mismo tiempo liberalista,
antirracista,
y soy muy bueno:
Soy animalista.
No soy más asistencialista.
últimamente soy un poco contra-corriente
Soy federalista


Respetado Profesor Pinto, habitualmente escribo en este medio de información digital pues considero que es un espacio plural en donde, sin la tutela de los brazos del poder, se puede llegar a un público diverso, informado e interesado en la temática de los pueblos indígenas. No son pocos los profesores de la universidad -en donde me gano el pan -que consideran que este esfuerzo de escribir en un medio digital no está a la altura de “poner”. Sí, así lo llaman, poner artículos en revistas especializadas cuyo público, usted bien lo sabe, es reducido. Es más para efectos de mi “curriculum normalizado” este tipo de esfuerzo queda clasificado en el ítem de labores de extensión. Aunque no es santo de mi devoción (debe ser porque soy amigo de José y Pablo Marimán) pese a que le reconozco un prolifero trabajo historiográfico, el licenciado en filosofía, ex director de la CEPI (comisión especial de pueblos indígenas) y ex rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano José Bengoa, respecto a la presentación de Tomas Moulian como candidato al premio nacional de ciencias sociales 2015 expresó lo siguiente:

“Presentamos la candidatura de Tomás Moulian con una simple biografía y sin necesidad de acumular cartas y hacer lobby como se acostumbra en los Premios nacionales, desgraciadamente. Se señalaba que se trataba de un “Intelectual público” y ese concepto fue acogido por el jurado en su decisión y declaración, lo que lo honra. (…) No cabe mucha duda que nuestro nuevo Premio Nacional no ha asesorado a los Príncipes y siempre le ha hablado al pueblo, no a la gente, como dicen y mal dicen hoy en día. (…) Pero es interesante resaltar esta dualidad “intelectual” y “público”, porque estamos en presencia de un intento deliberado de “privatización del pensamiento social (…) Moulian si se presentara a Conicyt o Fondecyt probablemente sería rechazado. Le preguntarían cuántos artículos ha publicado en Revistas ISIS, en inglés, sometida a reglas formales de citaciones internacionalizadas; le dirían que los libros no tienen puntaje o uno mínimo; le señalarían que sus artículos y escritos en revistas de amplia circulación nacional e internacional, pero no del formato ISIS, no tienen valor, en fin”.

En esta parte, debo confesar que Moulian tampoco es parte de mi panteón de deidades pero aun así comparto las palabras de Bengoa respecto a que es un intelectual público. Al igual que usted y más desde que el poder le otorgó el Premio Nacional de Historia.

“Entregado en forma unánime tras más de dos horas de deliberación, Pinto se impuso ante otros postulantes al galardón, como Joaquín Fernandois, Isabel Cruz, Oscar Pinochet de la Barra y René Millar, entre otros. Fue su labor en regiones lo que primó en las deliberaciones. Según el fallo del jurado, Pinto se quedó con el premio por su “brillante y dilatada trayectoria académica y su aporte a la historia en las diversas universidades regionales, con énfasis en los problemas demográficos y los sectores que caracterizan su cultura”.

Aunque en el mismo periódico usted declarará:“Creo que este gobierno ha cometido los mismos errores de todos los gobiernos anteriores. A mi juicio, el que ha fracasado es el Estado. Pero este galardón me lleva francamente a pensar que quienes me lo otorgaron estuvieron por sobre esas consideraciones y entendieron que mi obra es una modesta contribución a clarificar lo que sucede en la zona de La Araucanía. Creo que hemos fallado como Estado y como chilenos en no comprender la dimensión que tiene un conflicto que no es puramente policial o judicial”.

Sin lugar a dudas me sumo a la creencia de que esta distinción se debe a su trabajo por sobre otro tipo de consideraciones.

Desde entonces y contrario a lo que usted pueda imaginar se ha transformado en una opinión recurrentemente citada por uno de los referentes del antiidigenismo, que usted brillantemente explica en su texto “La formación del Estado y la nación y el pueblo mapuche. De la inclusión a la exclusión”. ¿Paradójico? no creo, más bien intento de cooptación de la caja de resonancia del poder sobre usted y por ende de lo que representa. Aquí radica uno de los puntos que quiero compartir con usted (y por supuesto con los lectores). Espero concuerde conmigo que su profesor Sergio Villalobos hace rato que vive de lo que tiempo atrás escribió y le significó ser merecedor también del Premio Nacional de Historia. Fernando Pairican, historiador mapuche señaló al respecto:

“La debilidad de Villalobos es su soberbia. En la práctica hace un buen tiempo que no lee las últimas publicaciones que se han escrito sobre la temática mapuche, dejando de ser un cientista social para acabar secularizando sus mismas ideas. Sus estudios, importantes en la década de los 80’, han sido complementados con nuevas miradas. La tarea de un historiador es leer lo nuevo para debatir con ello. Es la manera que el conocimiento evoluciona, de lo contrario, se transforma en una religión. Villalobos, penosamente se convirtió en un sacerdote de sí mismo”.

Con relación a las creencias desde las que trabaja y escribe Villalobos, sabemos que sus planteamientos son distintos y esa diferencia la ha hecho pública

“Creo que la percepción de Sergio es equivocada, con todo el respeto que me merece el maestro. Porque no creo que se trate de un conflicto que haya sido inventado o manipulado. Este es un conflicto que se generó en la segunda mitad del siglo XIX cuando el Estado llegó a la región. En ese momento, se abortó un espacio fronterizo que había permitido relaciones medianamente armónicas entre el pueblo mapuche, la corona y la naciente República. Acá hubo una invasión con un ejército que llega a la región, que desintegra el espacio fronterizo y, mediante un proceso muy violento, ocupa el territorio indígena. Eso generó heridas que se conservan en la memoria del pueblo mapuche y que, de alguna manera, rebotan hoy día en el conflicto que tenemos. Creo que le haría bien al Estado reconocer lo que hizo. Sergio, creo que hay que correr el velo a la historia”

Es precisamente por lo anterior que creo válido este ejercicio de escribir para llamar su atención respecto a lo siguiente: En la sesión ordinaria nº 253 del Consejo Nacional de Educación, realizada el miércoles 13 de julio del 2016, Usted fue invitado para que los/as consejeros/as o mejor dicho los representantes (a veces guardianes) de los distintos grupos de interés (poder) que participan en dicha instancia -ya que re-editan en cada sesión la añeja pero vigente política de los acuerdos- pudieran obtener de primera fuente su opinión respecto a la problemática del pueblo mapuche.

“El ministro de educación Harald Beyer anunció que la expresión “dictadura militar” será eliminada de los textos escolares de los libros (…) que son repartidos a niños de primero a sexto básico para referirse al gobierno de Augusto Pinochet (…) El secretario de estado, argumentó que la medida determinada por el Consejo de Educación el pasado 9 de diciembre se explica porque “se usa la (definición) más general que es régimen militar”. Sin embargo, Beyer reconoció que el tema es debatible. “Yo reconozco que fue un gobierno dictatorial”, dijo. Descartó de paso que el cambio se haya realizado porque el actual Gobierno es de derecha y que muchos de sus integrantes simpatizaron o colaboraron con el general Augusto Pinochet.“No tiene que ver con adherentes o con detractores, sino con expresiones que se usan habitualmente en estos currículos, en distintas partes del mundo”.

El Consejo Nacional de Educación no es una instancia académica, o representativa de la sociedad chilena ni mucho menos un espacio conocido por estudiantes y apoderados como tampoco es un espacio ingenuo ni despolitizado.

A manera de profundizar en este punto, es que resulta ejemplificadora la siguiente cita que habla de los cambios anunciados al inicio del Gobierno de Sebastián Piñera e impulsado por su Ministro de Educación Joaquín Lavín quien anunció que el ciclo escolar sumaría 800 horas de matemáticas y lenguaje en desmedro de las Ciencias Sociales y la Educación Tecnológica. Una medida polémica que fue resistida por los y las docentes y no sólo por las consecuencias de restar horas a materias relacionadas con la memoria histórica y la capacidad crítica de los alumnos, sino por cómo se gestó:

“La suerte de este proyecto está confiada al Congreso, donde al menos se asegura discusión y debate públicos. Algo de lo que careció el cambio a los planes de estudio, que se anunció como un hecho consumado. La decisión pasó por el ministro Lavín y los restantes ocho miembros del Consejo Nacional de Educación, entre los que se cuentan representantes de las Fuerzas Armadas (Alfredo Ewing Pinochet), de la Corte Suprema (Carlos Künsemüller Loebenfelder), de los institutos de formación técnica (Alejandro Mckay Barriga) y de las universidades estatales (Marino Pizarro Pizarro) y privadas (Nicolás Velasco Fuentes). Una nómina que aún mantiene a algunos de los representantes del antiguo Consejo Superior de Educación, cuya conformación se mantuvo por casi dos décadas como herencia de la dictadura. Este mismo consejo será el que deberá evaluar durante este mes los nuevos programas de estudio correspondientes a los planes ya aprobados”

Aunque en la actualidad sus miembros son muy distintos a los citados anteriormente pues no encontramos entre ellos/as los brillos de los botones dorados o la pomposidad del besa mano, si encontramos la lógica del cuoteo.

El caso sobre el cual estoy polemizando, es que usted luego de explicar las causas históricas del conflicto entre el Pueblo Mapuche y el Estado Nación de Chile,- explicación que por lo demás comparto- expresó lo que a mi juicio es un error, al señalar que la tesis que moviliza a los actuales dirigentes mapuche es el“resentimiento”. Para ser más riguroso (aunque para la etnohistoria que practicamos los indígenas es suficiente el relato de uno de los participantes) recurriré al acta de la sesión en la cual usted participó para así de primera fuente (si es fidedigna no hay mucho que agregar pero si no lo es, estamos de frente a uno de los mayores cuestionamientos hacia la historiografía y el uso de las fuentes) saber lo que usted afirmó:

“A su juicio, lo más grave es que el Estado se ha negado a admitir lo que hizo en la Araucanía y las heridas no cicatrizan, por lo que hoy se aprecia un profundo resentimiento en los líderes, y la historia es difícil cuando se construye desde ese sentimiento”(Consejo Nacional de Educación. Acta nº 324. Miércoles 13 de Julio del 2016)

Debo manifestar que mi primera reacción a su afirmación fue de sorpresa pues imaginé que la utilización del término “resentimiento” que hace no es fruto de conversaciones con dirigentes políticos, gremiales, empresarios, autoridades eclesiásticas, sus alumnos. En entrevista concedida a la segunda, uno de los medios antiindigenistas, usted respondió a la pregunta ¿Por qué decidió participar en la “Mesa de Diálogo”? de la siguiente manera:

Primero, porque quienes trabajamos en la Araucanía tenemos la obligación de participar en acciones que tiendan a evitar la violencia y resolver la situación. Lo siento como una responsabilidad ineludible. Lo otro, porque siento una particular cercanía con el intendente Andrés Jouannet: fue mi alumno en la universidad, nos hemos mantenido en contacto y creo que él ha sido muy humilde en reconocer que hay cosas que no maneja bien, pedir las ayudas correspondientes y creo que es mi obligación respaldarlo.

Porque cuando un académico como usted se refiere al resentimiento uno imagina que lo hace desde al menos una de las varias corrientes filosóficas que hablan de dicho sentimiento, no sé, me ocurre la siguiente, por ejemplo:

“una autointoxicación psíquica con causas y consecuencias bien definidas. Es una actitud psíquica permanente, que surge al reprimir sistemáticamente la descarga de ciertas emociones y afectos, los cuales son en sí normales y pertenecen al fondo de la naturaleza humana; tiene por consecuencia ciertas propensiones permanentes a determinados clases de engaños valorativos y juicios de valor correspondientes. Las emociones y afectos que debemos considerar en primer término son: el sentimiento y el impulso de venganza, el odio, la maldad, la envidia, la ojeriza, la perfidia”.

Siendo fundamental en la formación del resentimiento “el impulso de la venganza”. El antídoto entonces desde la tradición judía sería el perdón pues a través de esta acción la víctima se despojaría de la sensación de dolor, renunciando a su condición de damnificado para así transformar el odio en rechazo y seguir las enseñanzas de “Dios” quien castiga y perdona pero jamás odia. Asegurándose con ello que el victimario quede encadenado a su pasado y conciencia y la victima libre.O tal vez de la que menos me gusta, la de Nietzsche quien nos da a entender que todo rebelde es resentido, malvado o ambas pues es deber del pueblo ser dócil, situando la rebeldía como una anomalía del comportamiento. Así el resentimiento aparece con el propósito de convertir la rebelión en la angustia de la nada heideggeriana, que no acaba pues está prohibida religiosa y filosóficamente por el “saber”. Imposibilitando con ello la comprensión de que:

“… la rebelión sea el movimiento tangible del amor propio a la libertá que se es”.

Cualquiera sea el caso, lo que yo entiendo como resentimiento no es otra cosa que “la función social de nivelar todo y a todos/as pues sufre con la diferencia, no soporta la alteridad, siendo la única solución a su padecimiento el acabar con ella”. Por lo anterior, supongo que al traer a colación la tesis del resentimiento lo hace para alinearse con Gonzalo Vial quien en un texto publicado luego de su muerte se aleja del coro de personalidades que insistentemente niegan la llamada deuda histórica con el pueblo mapuche, siendo partidario de su integración más que de su autonomía:

“Muchos entendidos, gobernantes y políticos, han querido y quieren que esto suceda. Que el indígena se “integre” a la sociedad chilena significa, para quienes así piensan, que pierda su identidad cultural de mapuche y adquiera la identidad cultural del “blanco”; vale decir –en nuestro caso– la del mestizo chileno-europeo. Identidad cultural muy respetable, con valores extraordinarios, pero que no es la del indígena. Si éste pierde la suya y toma otra, se desarraiga. Y el desarraigo, con sus consecuencias inexorables –frustración y resentimiento dirigidos contra la sociedad “chilena”–, es el verdadero problema mapuche. La propiedad individual de la tierra mapuche –aparte sus méritos económicos– desemboca en el desarraigo. Aunque sea el desarraigo en la que fuera su tierra y ya no lo es”.

O tal vez, del licenciado en filosofía y buen ejemplo de lo que algunos dirigentes y cientistas sociales indígenas denominamos “indigenismo oficial”, José Bengoa, quien en su texto Historia del Pueblo Mapuche nos afirma:

“Los mapuches han pasado décadas, generaciones, viajando a los tribunales, pagando a tinterillos y abogados, llevando sus casos de litigios por tierras. Acuden a los tribunales sabiendo que en muy pocas ocasiones estos fallan a favor del indígena. Para la conciencia étnica mapuche se produce un sentimiento de marginalidad, de explotación por parte del conjunto de la sociedad chilena, por tanto de segregación, y también de resentimiento y odio. El tema de las usurpaciones de tierras tiene un trasfondo objetivo indudable: hay tierras usurpadas; sin embargo, el impacto sobre la conciencia y la subjetividad mapuche es más importante, ya que es la demostración de que la “guerra de Arauco no ha terminado”, de que se sigue acosando al territorio indígena, de que se vive en una sociedad cercada”.

Y si se analizan los ejemplos hasta aquí aludidos, también se alinea con su profesor Sergio Villalobos quien en una de las varias entrevistas otorgadas al semanario The Clinic, se refirió en los siguientes términos al trabajo intelectual de los Hermanos Marimán Quemenado (José y Pablo)

“Los Mariman. Sí, han hecho un esfuerzo, indudablemente. Han estudiado, han trabajado, pero no han logrado superar los prejuicios de su pueblo. Todo lo analizan desde un punto de vista negativo y entonces no son tan independientes para pensar. Eso es lo lamentable”.

Aunque no pretendo ser objetivo pues desde hace tiempo que tomé partido, creo necesario citar a uno de los autores de “Escucha Winka” para completar las posibles influencias que usted tuvo para levantar su tesis. Me refiero a Sergio Caniuqueo, quien en un pie de página nos dice que:

“La palabra winka en mapuzugun denomina al hombre, en término de género, que son hispanos o hispanos criollos, en el caso de las mujeres se les denomina chiñura, si bien existe una connotación despectiva hacia el concepto, incluyendo una carga de desconfianza y resentimiento, esto se debe a una explicación histórica que pretendemos dejar en claro a lo largo de este artículo. Utilizamos la categoría winka para identificar a la sociedades hispano-criollas (chilena y argentina) que se han relacionado con la sociedad mapuche de manera antagónica, generando una frontera étnica, a partir de la cual ambos actores se han categorizados ideológicamente….”

En este punto me viene a la mente, lo siguiente y se lo comento; al parecer antiguamente los mapuche no tenían el énfasis contemporáneo de establecer diferencias étnicas y para ello citaré el trabajo de un antropólogo de la Universidad de Chile quien nos dice que:

“Primero, etnográficamente es percibible una “carencia étnica” en la manera en que muchos de mis amigos ancianos en Elicura, aún en la actualidad, describen lo que significa “ser mapuche”. En general ellos no piensan tal concepto bajo coordenadas étnico/culturales, sino simplemente como una manera de ser-en-el-mundo. En segundo término, también infiero esto del modo en que, en la vida cotidiana de Elicura, la distinción mapuche/winka parece estar mucho más relacionada con trazar una división ontológica y moral que con efectuar una distinción étnico/cultural”.

Es decir que todos somos “che” (personas, gente, sujeto) y que al ser confrontada con la otredad la relación no era restringida sino abierta. La clausura y la distancia aparecería después fruto del desplazamiento del pensamiento mapuche por uno más “chileno”. Es decir de resentidos nada, o al menos no nosotros. Por ello profesor, es que me atrevo a sostener que la creencia de que el resentimiento juega un papel protagónico en las actuales y no tan actuales demandas y reivindicaciones del Pueblo Mapuche no es del todo correcta, por lo que aportaré algunos, no muchos, ejemplos que me permitirán sostener mi afirmación, claro esta desde la historia del tiempo presente pues es aquí en donde creo que el futuro de las fuentes se juega su validez.

No es resentimiento lo manifestado por los dirigentes mapuche ante la resolución de los tribunales de justicia respecto a una demanda entablada en contra de Sergio Villaobos por injurias

“Expresiones del Premio Nacional sobre mapuches son un “análisis histórico” y no un delito de injurias, según el tribunal (…)En la sentencia, el 33.er Juzgado del Crimen consideró que la reproducción de los dichos de Villalobos en los medios de comunicación “no importan un menoscabo a la honra ni un descrédito de la etnia representada por los querellantes, sino a un análisis histórico en que no se evidencia ánimo de injurias ni animadversión en contra de un grupo social u originario alguno”, razón por la cual no se configura el delito de injurias”.

No es resentimiento lo expresado por la madre y hermana de Matías Catrileo cuando los tribunales de justicia determinan que el asesino de su hijo y hermano no pasará ningún día en prisión, pese a ser demostrada su culpabilidad. Y como manera de reparación el Estado decide indemnizarlas.

“La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó este lunes la sentencia que condenó al fisco a pagar una indemnización a los familiares de Matías Catrileo, que falleció el 3 de enero de 2008 por un impacto de bala disparado por el carabinero Walter Ramírez.

De acuerdo al fallo, el fisco deberá pagar 80 millones de pesos a María Quezada y 50 millones a Catalina Catrileo, madre y hermana del joven, respectivamente”. No es resentimiento cuando ambas deciden rechazar tal indemnización: “Rechazamos ese dinero y que no haremos uso de él (…) para nosotras este dinero está manchado con la sangre de Matías y no podemos recibirlo”

Porque desde la muerte de Matías lo que buscan no es dinero sino poner fin a la impunidad con que los agentes del Estado actúan en contra del Pueblo Mapuche. En contra de los estudiantes. En contra de las mujeres. En contra de los homosexuales. En contra de los inmigrantes. En contra de los niños/as del SENAME. En fin en contra de aquellos que no tienen la capacidad de influir para que dicho actuar acabe de una vez por todas.

“Mientras haya impunidad no puede haber paz. Este es un caso y es un mínimo de lo justo. Esperamos en realidad que lo conviertan en política de Estado. Que sancionen, efectivamente, cada vez que haya abuso de violencia policial en La Araucanía y en cualquier parte, porque si eso se convierte en política de Estado, podría tener un poco de sentido”

Profesor Pinto no es resentimiento cuando los 7 miembros del Pueblo Mapuche y la Sra. Patricia Troncoso acusan al Estado de Chile de discriminador y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, acepta por unanimidad dicha acusación:

“El Estado violó el principio de igualdad y no discriminación y el derecho a la igual protección de la ley, consagrados en el artículo 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de los señores Segundo Aniceto Norín Catrimán, Pascual Huentequeo Pichún Paillalao, Víctor Ancalaf LLaupe, Juan Patricio Marileo Saravia, Florencio Jaime Marileo Saravia, José Benicio Huenchunao Mariñán, Juan Ciriaco Millacheo Licán y la señora Patricia Roxana Troncoso Robles, en los términos de los párrafos 222 a 228 y 230 de la presente Sentencia”.[28]

No es resentimiento cuando los actuales dirigentes mapuches piden una educación pertinente, toda vez que el actual sistema educacional reproduce bochornosas brechas entre indígenas y no indígenas. Sobre esto último el Banco Interamericano de Desarrollo informó el año 2012 que los indígenas perciben sueldos un 31 % más bajo que sus pares no indígenas y si a la cifra anterior le sumamos años de escolaridad y estudios superiores a favor de los indígenas, la brecha se reduce, claro está a un menos vergonzoso 11 %.

En fin, podría seguir con otros ejemplos pero creo que ya he abusado de su paciencia por ello es que a manera de ir concluyendo este escrito es que le revelo que mientras escribía este texto fui invitado a expresar mi opinión respecto a la Educación Intercultural Bilingüe frente a los/as consejeros/as del Consejo Nacional de Educación, Por lo pronto, le adelanto que expresé mi preocupación respecto a la validación de las/os Educadores Tradicionales. La poca relevancia de la enseñanza de las lenguas indígenas. La persistencia de un enfoque eurocéntrico en la enseñanza de la historia y por cierto, insistí en que lo que motiva a los actuales y pasados dirigentes mapuche, no es el resentimiento estimado profesor, sino que es la justicia.

Sí, la justicia y que en el caso de alcanzarla, que es algo en que creo profundamente, no sólo sea para nosotros, sino que también para usted, para todas, para todos los habitantes de Wallmapu y nuestros vecinos de Chile y Argentina.

Por Claudio Millacura Salas
Doctor en Historia mención Etnohistoria. Cátedra Indígena U de Chile

Por Millacura Salas, C.

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