AIPIN, Prensa India
"Difundiendo presente y sembrando futuro"

Argentina
Recibido de Guillermo Riguera, corresponsal de AIPIN.
Revista Idiomas y Comunicación. Buenos Aires, 1 de abril de 2003.
 

Las últimas Yaganes


La muerte de Úrsula Calderón, la penúltima yámana pura, pone en situación de riesgo la cultura y la lengua de los pobladores originarios de la región fueguina más austral. Sin embargo, se está reconstruyendo su historia.

Con el fallecimiento de Úrsula Calderón, en el mes de diciembre, desapareció una de las dos últimas representantes puras de la etnia yámana. La mujer, de 79 años, vivía en Bahía Mejillones, distante 30 kilómetros de Puerto Williams, en la isla chilena de Navarino, junto a su hermana Cristina, su hija Julia González y algunos de sus nietos.

El deceso se produjo en el hospital regional de Punta Arenas, a donde había sido trasladada en un avión de la fuerza aérea. Cumpliendo con sus deseos, el cuerpo de Úrsula fue sepultado en el cementerio de su pueblo natal y a la ceremonia asistieron sus familiares más cercanos y la comunidad, formada por unas 40 familias de origen yámana, palabra cuyo significado sería "ser humano", "persona", "pueblo".

La muerte de Úrsula transforma a su hermana Cristina, de 76 años, en la última representante pura de esta etnia. Sus conocidos la describen como una mujer que goza de buena salud, y que ahora es la depositaria de todo el legado de su pueblo.

Úrsula Calderón dominaba varias de las cinco formas del idioma yámana, además de la cultura oral de su etnia, según lo recordó Óscar Aguilera, de la Universidad de Chile, experto en lenguas de pueblos del extremo sur. "Se nos va un tesoro único de conocimiento de la cultura yámana, de la tradición oral, de las canciones, de los mitos y de los nombres de los lugares", afirmó con pesar el académico.

El yámana forma parte del grupo de lenguas fuéguidas, junto al selk ´nam (ona) y el kawésqar (o alacalufe), utilizados desde una época remota por los habitantes patagónicos y de los canales australes, al sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego. La población en la región experimentó una disminución irreversible sobre todo a partir de 1885, cuando fue diezmada por una epidemia de rubéola; en 1829 eran alrededor de tres mil.

A juicio del citado investigador, los descendientes de Úrsula Calderón y su hermana Cristina no alcanzaron a ser permeados lo suficiente por los conocimientos de la fallecida como para mantener su lengua y costumbres vigentes. "Sólo son semihablantes, muchos hablan, pero no el yámana clásico que hablaba esta señora", dijo Aguilera. Sin embargo, ya ha comenzado a trabajar en una biografía de Cristina, con anécdotas y las historias de los sitios donde vivió en su niñez.

Como la cultura en los pueblos fueguinos es de transmisión oral, no hay escritos autóctonos de la etnia. El alfabeto oficial fue elaborado por el propio Aguilera a fines de los años '90, quien actualmente realiza una gramática de esa lengua y pronto comenzará a confeccionar un diccionario.
 

Operación Rescate.

"El yámana está relegado a la comunicación de los mayores y puede ser comprendido parcialmente por algunos jóvenes que están muy lejos de poder expresarse correctamente en él", constataba ya un investigador en 1973, por lo cual concluía que dicha lengua se encontraba en proceso de extinción.

Óscar Aguilera mantiene grabaciones realizadas por Úrsula Calderón que contienen historias y canciones que su pueblo entonaba para realizar algunas actividades específicas o para representar estados de ánimo.

Parte del trabajo sobre el idioma de los pueblos australes realizado por el académico de la Universidad de Chile se realiza en Japón, como parte de un proyecto de rescate de las lenguas de los pueblos del Pacífico en peligro de desaparecer. Un esfuerzo similar, en este caso patrocinado por la Unesco, se llevó a cabo con la lengua zápara, en la Amazonia ecuatoriana.

La importancia de conservar registros escritos de la lengua de un pueblo en peligro de extinción reside en que mientras se conserven textos, el idioma no muere y puede ser revitalizado. De hecho, en el caso de los chonos -que desaparecieron en el siglo XVIII-, sólo hay una gramática que está perdida y que supuestamente podría encontrarse en el Vaticano. Tampoco hay personas que hablen bien el idioma de los onas.

Ya se ha confeccionado un diccionario del yámana, que cuenta con 23 mil palabras. Sin embargo, se han perdido símbolos importantes para la comprensión de la lengua. El centro de su cultura es la canoa, confeccionada con largos trozos de corteza y tendones o tiras de cuero de lobo. Sus viviendas tenían forma de cúpula o cónica y se armaban a partir de varas de madera enterradas en el suelo y cueros de lobo marino.
 

Ecosistema Lingüístico.

Punta Arenas, Chile (Ecocéanos News) - El profundo conocimiento sobre plantas, animales, fenómenos climatológicos, oceanográficos, así como la historia, arte, espiritualidad y cosmovisión de un pueblo, desaparece cuando desaparece su lenguaje.

Luego del fallecimiento de la penúltima mujer Yagán, en Tierra del Fuego, esa es la gran preocupación que embarga a los etno-lingüistas que se adscriben a la teoría del Ecosistema Lingüístico y que vienen desarrollando investigadores de la cuenca del Pacífico y que en Chile el académico de las Universidades de Chile y ARCIS, Óscar Aguilera, utiliza en su trabajo de registro de las lenguas de los pueblos del extremo austral de América.

La teoría del Ecosistema Lingüístico la ha desarrollado con gran fuerza el estudioso japonés Osahito Miyaoka de la Universidad Osaka Gakuin. Él afirma que "la degradación del medio ambiente y de los ecosistemas naturales está ocurriendo rápidamente a una escala global".

Miyaoka agrega que "la degradación ambiental y la disminución de la diversidad biológica arrastran a la extinción, amenaza a los lenguajes que forman la base de las culturas tradicionales (...) y aceleran la perdida de la diversidad lingüística.