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Viedma (Rio Negro), 7 de abril de 2004.
El día que el Papa estuvo en la Patagonia


Se cumplen hoy 17 años de la visita de Juan Pablo II a Viedma
Alrededor de 25 mil personas escucharon al Papa en el aeropuerto Gobernador Castello. Rindió homenaje a los pioneros evangelizadores y exaltó la importancia de la cultura mapuche.

 
Juan Pablo II habló ante una multitud congregada en el aeropuerto viedmense.
Viedma. La única visita que un Papa realizó a la Patagonia será recordada hoy, a 17 años del día en que Juan Pablo II llegó a Viedma para rendir homenaje a los pioneros envangelizadores y también exaltar la importancia de la cultura mapuche.

El acontecimiento reunió en el aeropuerto de la capital rionegrina la concentración humana más numerosa de la historia local, alrededor de 25 mil personas según el cálculo de fuentes policiales, bajo mínimas condiciones de seguridad, y tuvo lugar en el marco del proyecto de traslado de la Capital Federal a Viedma-Carmen de Patagones, que finalmente no prosperó.

En los otros sitios que el Papa visitó en aquel viaje a la Argentina, como Bahía Blanca o Mendoza, se construyeron imponentes tablados donde el ilustre visitante estuvo muy lejos de la gente.

En Viedma, en cambio, se levantó un palco chico y bajito, en lugar de un alambrado olímpico que separara al público del sector de invitados especiales.

Esta cercanía le permitió al Santo Padre, tal como lo hacía habitualmente, descender del "papamóvil" para saludar a los feligreses y estrechar cientos de manos, en un recorrido de casi cien metros a pie entre la multitud.

Después en el palco un sacerdote joven le ofreció un clásico mate amargo de bienvenida (que el Papa tomó) y enseguida el obispo Miguel Hesayne saludó el arribo del Pontífice a tierras patagónicas.

Juan Pablo II tuvo una mención especial para los numerosos representantes indígenas, algunos llegados desde Neuquén escoltados por el desaparecido obispo Jaime De Nevares, cuando dijo en su correcto español: "Quiero dirigir mi saludo en este día a los queridos hermanos y hermanas mapuches".

"Dad gracias a Dios por los valores y tradiciones de vuestra cultura y esforzaos en promoverla, al tiempo que os empeñáis por avanzar en todos los aspectos de vuestra existencia", agregó antes de despedirse con un saludo pronunciando en lengua mapuche.

Unos momentos antes de bajar del palco el Santo Padre recibió regalos que testimoniaban el agradecimiento del pueblo patagónico: una manta tejida por paisanas mapuches del sur rionegrino y un báculo labrado en madera de radal de la cordillera.

También le entregaron la réplica de una carreta confeccionada con fósforos por presos de la cárcel viedmense y una imagen de la Virgen Misionera de Río Negro tallada por el escultor Atilio Morosín, de Cipolletti.

Hoy el acontecimiento es solamente un recuerdo, pero en su momento tuvo enorme trascendencia nacional e internacional, porque las crónicas no dejaron de mencionar que el jefe de la Iglesia Católica había visitado la sede de la futura capital de los argentinos.

El proyecto del ex presidente Raúl Alfonsín quedó trunco, para tranquilidad de los lugareños, pero el paso de Juan Pablo II por la Patagonia quedó en la memoria colectiva, fue un día de otoño brillante, a pleno sol.
 

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