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Buenos Aires, 28 de marzo de 2004.
LOS CAMPESINOS QUE CREARON SUS PROPIAS RADIOS EN SANTIAGO DEL ESTERO
Informe: Darío Aranda
La resistencia del micrófono
Suenan chacareras y se habla de reforma agraria, de parapoliciales, de terratenientes que quieren quedarse con todo. Son las dos primeras radios campesinas del país. Funcionan en territorio juarista, que ellos también ayudan a combatir.
 
Las radios son bilingües: hay programación en quichua, el idioma aborigen de la región.
El monte santiagueño es el espacio del hachero, la pesca, la agricultura, la cría de ganado y la vivienda humilde, donde vive la familia casi siempre numerosa. En el silencio del campo irrumpe insolente el sonido de la radio con una realidad ajena: secuestros porteños, música en otro idioma y la publicidad que no se calla. Las alternativas son la radio del Obispado, con sus intereses corporativos, o las locales, que se fuerzan por repetir programaciones que privilegian lo comercial. La falta de disidencia mediática favorecía aún más al juarismo –que gobierna la provincia desde 1949–, acallaba los reclamos y negaba las injusticias.

Para dar voz a los que no se quiere escuchar, como explican los impulsores, ya funcionan en Santiago del Estero las dos primeras radios campesinas y bilingües de la Argentina, impulsadas por el Movimiento Campesino de esa provincia (Mocase).
“Es una radio al servicio de la comunidad, una radio que habla de lo que nos pasa, de nuestros problemas, de las soluciones que buscamos y de las cosas en las que creemos”, explican y resaltan que sus objetivos son consolidar el trabajo comunitario y diferenciarse del ejército de medios de comunicación que posee el oficialismo.

FM Monte y FM Sacha Waira (Viento del Monte) son las radios donde suenan chacareras, hablan de la reforma agraria, de la represión estatal y parapolicial, advierten sobre los empresarios gringos y locales que quieren arrebatarles la tierra y, fundamental para los parajes donde llega la transmisión, muchos espacios hablan en quichua, el idioma heredado de los pueblos originarios y que las comunidades desean conservar.
Deolinda Carrizo –todos la conocen como “la Deo”–, integrante de la Secretaría de Comunicación y Jóvenes del Mocase, recuerda que “antes escuchábamos lo que hablaban de nosotros y mentían tanto que llegábamos a reírnos porque hasta decían que éramos ‘un grupo armado en contra de la paz’. Era toda información tergiversada. Y después nos negaban el derecho a réplica”.

Cuando el Mocase comenzó a organizarse, a principios de los ‘90, realizaba microprogramas en radios locales, era invitado de diversos medios y hasta tuvo su propio espacio radial.
Pero a medida que el movimiento crecía y el por entonces gobernador Carlos Juárez confirmaba que no podía subordinarlos, los medios comenzaron a cerrar los espacios, la radio del Obispado –hasta entonces amiga– no fue la excepción. “Tienen una ideología que nos perjudica”, fue la excusa. Un diario les quitó la corresponsalía que tenían en la región.

A partir del aislamiento realizado en los medios provinciales, el Mocase comenzó a gestar el proyecto de radios comunitarias: la primera fue FM Monte, 88.7, en Quimilí, a 250 kilómetros de la capital santiagueña. Llega a 40 comunidades, unas 25 mil familias, y fue inaugurada el 19 de abril de 2003, en conmemoración del Día Internacional de la Lucha Campesina (fecha de homenaje a los 88 trabajadores rurales brasileños del Movimiento Sin Tierra asesinados y heridos en abril de 1996). Transmite las 24 horas y a las 6 comienza Un gomerazo a tu memoria, un programa periodístico que trata de apartarse de la agenda que marcan los grandes medios. “Rescatamos la memoria histórica del pueblo, los hechos políticos que al poder no conviene que recordemos, reflexionamos sobre nuestra realidad”, explica Deo. Además, quienes viven en parajes alejados mandan sus programas en casetes: un espacio ya clásico es el que difunde las propiedades de las yerbas medicinales del campo, la mayor de las veces no reconocidas por los centros de salud.

La segunda radio fue inaugurada en noviembre último, transmite desde el 89.3 y está ubicada en la localidad de Tintina, a 180 kilómetros al nordeste del centro provincial, en el departamento de Moreno. También tiene un alcance de 100 kilómetros a la redonda y llega a treinta comunidades, donde viven casi quince mil familias. Antes de comenzar a transmitir realizaron encuestas en los parajes y barrios para saber qué tipo de radio deseaban los campesinos: “Distinta a las que hay”, fue la respuesta mayoritaria.

“Cuando vienen compañeros de otros lugares preparamos una temática, entramos todos y debatimos. Se pone lindo vernos hablando desde la conciencia que tomamos al estar organizados”, reconoce Deo y ejemplifica la importancia de las radios: hace dos meses un joven de Tintina fue maniatado y golpeado por dos policías. En la comisaría no le tomaron la denuncia por apremios ilegales y uno de los policías implicados, que tenía denuncias ante la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación por amenazas antes los campesinos, fue ascendido. Decenas de comunidades conocieron la noticia por las radios campesinas.

“La mayoría de las radios están manejadas por punteros oficialistas o seudo oposición, que ya transaron con los Juárez, que siempre está persiguiendo a las organizaciones del pueblo. Por eso pretendemos que estas radios tengan un fin distinto, hecha desde la cultura de la lucha campesina, desde la sociedad que queremos”, afirma Angel Lazo, también de Comunicación del Mocase, que orgulloso remarca que hasta las torres de transmisión fueron hechas por ellos: “Son de hierro y tienen 52 metros de alto cada una. La hicieron los cumpas de nuestra cooperativa metalúrgica, ex obreros de Somisa que hoy enseñan el oficio a los jóvenes”.

Desde el inicio del proyecto trabajaron con FM La Tribu, de Capital Federal, y, mientras esperaban los equipos, juntos hicieron talleres de programación, producción periodística y edición. La iniciativa, de la que también participó el Foro Argentino de Radios Comunitarias (Farco), pretende que el Movimiento cuente con siete radios, seis distribuidas de forma tal que la voz campesina cubra toda la provincia y una FM será nómade, caminará interminables senderos de tierra, reflejará la vida cotidiana y su estudio de transmisión será una escuela rural, la orilla del río Salado o el Dulce, una tierra donde se resiste la ocupación de los terratenientes, un piquete o, simplemente, un rancho alejado. Siempre desde el monte santiagueño.

Informe: Darío Aranda
 


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