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Bolivia

Líder campesino dio la sorpresa 

Evo Morales

"Por las buenas en el Parlamento o por las malas en las calles". Así sintetizó su táctica política, ya sea desde la presidencia o en la oposición, Evo Morales Ayma, luego de transformarse en el segundo candidato más votado en las elecciones nacionales efectuadas el último domingo de junio en Bolivia. A través de las encuestas de intención del voto, ya se percibía que estas elecciones prometían cambios y novedades positivas, reflejo del clima social convulsionado.Lo primero, se expresó en los paupérrimos contenidos de los discursos y ofertas de los partidos tradicionales. Con matices y declaraciones de un pretendido sesgo keynesiano, todos se mantuvieron dentro de la ortodoxia neoliberal. Nos referimos a los candidatos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997); al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), encabezado por el también ex presidente Jaime Paz Zamora (1989-1993); y a la Nueva Fuerza Republicana (NFR) del capitán (r) Manfred Reyes Villa.Los cambios se mostraron con el crecimiento explosivo del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales Ayma. En un nivel menos rotundo, el Movimiento Indigenista Pachacuti (MIP), encabezado por el indígena-campesino, Felipe Quispe Huanca, "el Mallku", que se presentaba por primera vez a elecciones con su partido creado hace pocos meses. 

Y por otra parte se registró el hundimiento de la Alianza Democrática Nacionalista (ADN), fundada por el general Hugo Bánzer que apenas alcanzó una votación del 3,5 por ciento. Veamos algunos datos de cómo se comportaron los principales partidos, tomando como fuente los escrutinios de 99.78 por ciento de las actas oficiales de la Corte Nacional Electoral: Partido Votos % MNR 623.000 22.46 MAS 581.800 20.94 NFR 581.094 20.92 MIR 458.000 16.31 MIP 186.000 6.10 Teniendo en cuenta que faltaban por escrutar 475 votos y que el MAS tiene una ventaja de 706 votos, Evo Morales Ayma alcanzó el segundo lugar y deberá disputar con el candidato del MNR, Gonzalo Sánchez de Lozada, la presidencia de Bolivia para los próximos cinco años. Como el MAS ya ha declarado que no hará alianzas con ningún partido tradicional, y luego de efectuarse dos votaciones en el Congreso sin que ninguno de los dos alcance el porcentaje exigido por la Constitución -lo que es lo más probable-, el Congreso designará presidente al candidato más votado. Vale decir, Gonzalo Sánchez de Lozada será el próximo presidente de los bolivianos. Al no tener mayoría en el Congreso, será un gobierno muy débil. LOS INDIOS EN LA POLITICA Tanto el MAS como el MIP son partidos de base indígena campesina, originados y desarrollados como fruto de movimientos sociales y las persistentes luchas de los últimos años, en base a reivindicaciones populares y anti neoliberales. Para medir el salto dado por el MAS en relación a la anterior elección nacional (1997), baste comparar los 59.000 votos de entonces con los 581.800 de ahora. El MNR, que en esas mismas elecciones obtuvo un 22 por ciento, se mantiene estancado. El MIR a su vez perdió votos. Su retroceso se explica como castigo por su participación en el gobierno de Bánzer-Quiroga. En el MNR en cambio, que fue oposición durante estos últimos cinco años, ese estancamiento es una señal de la oposición popular a su política de privatización del patrimonio nacional durante su gobierno y el crecimiento de una fuerte corriente contraria al modelo neoliberal. El gran protagonista es el MAS. Su decisión, declarada hace tiempo de que no hará alianzas con ninguno de los partidos neoliberales, tiene sobresaltados a sus oponentes. Primero, porque no están acostumbrados a que un partido que integra el sistema político, rechace pactar e integrarse al gobierno para obtener jugosas "pegas" y prebendas. Y, además, porque tendrán que soportar una oposición de verdad, respaldada por 28 diputados y 7 senadores del MAS. A estos hay que agregarles los cinco diputados obtenidos por el MIP y un diputado del Partido Socialista. Este salto electoral del MAS significa además que ganó la primera mayoría en los departamentos de Cochabamba -cuartel general de Reyes Villa-, en Oruro, en La Paz y en Potosí. Es decir, las ciudades y regiones de composición poblacional indígena mayoritaria Pero lo que más preocupa a los partidos tradicionales y a sus ideólogos es la existencia de una oposición de verdad que se articulará con las luchas de los movimientos sociales. En conversación con "Punto Final" antes de las elecciones, Evo Morales decía: "Después del 30 de junio empieza la pelea y creo que con más fuerza, porque vamos a combinar la lucha parlamentaria con la lucha social. Como parlamentarios somos instrumentos de dignidad, de soberanía, de reivindicación. Yo sueño con tener treinta diputados. Si hay un conflicto en los centros mineros, vamos todos allá, si es una marcha, un bloqueo de caminos. Y a ver si nos expulsan. Porque no estamos yendo a las elecciones para elevar el poder de una persona, como hacen los partidos tradicionales. Queremos crear el poder del pueblo para el pueblo. Que el pueblo sea el actor de su propio desarrollo. Esto es parte de una cultura, la cultura andina, donde para ser dirigente es necesario tener una vocación de servicio". JAQUE A LA GOBERNABILIDAD La discusión de los "politólogos" versa ahora en cómo lograr la llamada "gobernabilidad". En realidad la gobernabilidad significa acallar toda oposición seria o absorberla, de manera que la cúpula gobernante gobierne sin sobresaltos. Y ya se está planteando que cualquiera sea el presidente designado por el Parlamento, será un gobierno débil, en la perspectiva que el nuevo presidente no pueda concluir su mandato.Y la paradoja radica en que un gobierno débil tendrá que dictar medidas antipopulares como un "gasolinazo", aumento de los impuestos, ajustes de salarios, devaluación de la moneda, etc. Y los politólogos tratan de convencer a Evo Morales que con su bancada parlamentaria tiene que ser "reflexivo" y "responsable". A esa campaña que pretende envolverlo, Evo Morales respondió: "No va haber ninguna alianza con ningún partido, eso ya está definido; aliarse es traicionar al movimiento popular. El voto digno y honesto no se negocia. Las alianzas, lamentablemente, son de corrupción, perversión, nepotismo. Nuestras alianzas son con el pueblo, las organizaciones sociales, cívicas y sindicales". En Bolivia se está viviendo una nueva etapa de recambio, de reacomodo de fuerzas sociales y políticas. De ahí que la propuesta de la Asamblea Constituyente "donde participen e intervengan todos los sectores sociales", como exigen los indígenas en sus marchas, es una necesidad urgente. Hay una crisis de dominación: las clases dominantes no saben cómo recomponer las instituciones de manera que les permita manejar la economía y la sociedad como patrimonio propio, como han hecho hasta ahora. Mientras tanto los bolivianos vivirán un período de debilidad institucional, de sobresaltos, de turbulencia social, económica, financiera y política.

WASHINGTON ESTELLANO

En La Paz