Territorio Digital, Posadas (Misiones), 24 de febrero de 2004.
Historia de vida.
Los gurises sólo quieren divertirse
Desde hace algunos meses, la comunidad aborigen El Pocito, a unos tres kilómetros de Capioví, tiene como director técnico a un estudiante de DT y ex futbolista. Enseña a una treintena de chicos todos los bemoles del fútbol.



Paisanos Fútbol Club. Un futuro director técnico protagoniza un verdadero acto social y deportivo.

Con todo. El técnico se encargó de conseguir algunos elementos para que los guaraníes puedan desenvolverse adecuadamente, aunque a los pibes les faltan zapatillas.

Recreo. El instructor también les da galletitas y golosinas.
Capioví. Un ex futbolista de primera división, que estudia para convertirse en director técnico, va dos veces por semana a la comunidad aborigen El Pocito para enseñar fútbol a unos treinta chicos, cuyas edades oscilan entre los tres y catorce años.

Eladio "Verde" Rodríguez (45) es un veterano jugador de fútbol que, a lo largo de todos sus años, vistió numerosos colores de camiseta, principalmente los del Club Esperanza (equipo de sus amores) de esta localidad, con el solo objetivo de jugar a lo que siempre amó: el fútbol.
Hoy ya no juega en primera, pero se volcó hacia la dirección técnica y paralelamente a enseñar todo lo que en su larga carrera de futbolista y goleador aprendió.

Siempre se entregó por entero a su club, y a sus 45 años no se siente cansado, es más, se siente con las fuerzas para continuar organizando y jugando partidos amistosos, organizando y dirigiendo equipos y, como si ello fuera poco, también se hace de tiempo para enseñar.

En el mes de octubre del año pasado, "Verde", como es conocido Eladio Rodríguez en todo el departamento Libertador General San Martín, puso en marcha dos proyectos que hacía mucho tiempo tenía planeado: formar una escuela de fútbol en Capioví y enseñar a los niños de la comunidad aborigen El Pocito a jugar al fútbol, organizarlos, suministrarles elementos técnicos, y, por sobre todo, elevar su autoestima.

Con muchas ganas y algunos recursos, empezó. Fabricó conos y elementos auxiliares para que los pequeños entrenen y practiquen, adquirió y recibió en donación otros elementos, y paralelamente, comenzó a trasmitir todas sus experiencias y a enseñar lo que va aprendiendo en sus estudios como director técnico.

"Una preocupación que siempre tuve -dijo Verde- es que veía que los chicos de esta comunidad aborigen, no tenían la misma oportunidad que otros chicos", por lo que juntó algunos elementos y empezó a ir un par de veces por semana, y verdaderamente se siente muy satisfecho. "No sólo por los avances, sino porque me doy cuenta de que es un verdadero espacio y lugar de contención que les puedo dar", dijo a El Territorio.
Casi desde el comienzo, en esta movida, colaboran, y mucho, Crispín y Bernardino, de la propia comunidad guaraní, oficiando de coordinadores, tanto para establecer los horarios para las prácticas como para el desarrollo de las mismas.

Desde el inicio hasta este momento son entre 20 y 30 los chicos que asisten a las prácticas, pero además, los muy pequeñitos y los mayores están mirando desde afuera. "Si debiera precisar la edad de los chicos, no sería posible", dijo el instructor, "porque sus características y contextura física no te dejan, pero estimo que tienen entre 4 y 13 ó 14 años. Igualmente, luego de que entrenan y practican los más chicos con los más grandes, hacemos un picado y  puedo garantizar que hay valores muy buenos entre ellos".

Enseñarles nociones generales de fútbol no es lo único que persigue el entrenador, hace también la función de embajador, para integrar a los niños de esta comunidad con los chicos del pueblo, incluyendo a su propio hijo Gustavo, de siete años, de manera que también se constituya en un acercamiento a las realidades de cada uno.
"En lo técnico, específicamente trato de enseñarles de todo, educación, técnica, disciplina y no descarto que próximamente pueda mostrarles y analizar cintas de videos de fútbol".

Los lunes y miércoles de 17 a 19, los chicos de la comunidad acceden a las prácticas. La cultura de estos chicos denota, en muchos casos, aceptación y resignación, no obstante, toda vez que las condiciones económicas se lo permiten, "Verde" trata de traerles algunas galletitas y golosinas y con ello sólo logra estimularlos.

"La verdadera carencia que hay son las zapatillas, es necesario conseguirles, ojalá alguna institución, empresa o comercio se solidarice, y sin temor a equivocarme", dijo Verde, "los números deberían ser desde el 36 para abajo. De ser posible, también podría ser muy bueno, a los efectos de mejorar las prácticas, contar con unas 20 ó 30 pecheras y/o camisetas y medias. Por ahora, el trabajo se torna bastante difícil porque no es fácil identificarlos y saber sus nombres, por lo que con las pecheras el trabajo se facilitaría muchísimo".
No es lo mismo, en una práctica o juego, pegarle a la pelota con o sin calzado. La idea que tiene Eladio es darles una oportunidad que no es habitual que se les presente, y de alguna manera, atenuar este sabor dulce amargo que les plantea su forma de vida.
 

Roberto Villalba

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