Proyecto de Documentación Ñuke Mapu
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Hacia la conformación de un Movimiento Mapuche Autónomo

COORDINADORA DE COMUNIDADES EN CONFLICTO

ARAUCO-MALLECO

ARAUCO, MARZO DE 1999

 

"En cualquier tiempo, en cualquier lugar,
un hombre o una mujer se rebela y termina por
romper con la ropa que el conformismo le ha tejido
y que el cinismo le ha coloreado de gris"
Subcomandante Marcos


La ocupación del territorio mapuche por parte del Estado chileno, la usurpación y expulsión de nuestro Pueblo de sus tierras ancestrales, es un proceso histórico que en ningún caso ha terminado. Si en el pasado fueron los militares quienes a través de una sangrienta invasión redujeron nuestro vasto territorio a un conjunto de miserables reducciones, hoy son los empresarios transnacionales quienes continúan con dicho proceso, amparados por supuesto en la macabra política económica neoliberal que el militarismo impuso a sangre y fuego y que los gobiernos de la Concertación han continuado de manera vergonzosa en este país. Política económica que posee reglas bastante claras: los derechos de los pueblos cuentan si ayudan a abrir mercados, pero no cuentan si los cierran o desestabilizan.

Así, la historia mantiene desde hace ya 500 años su constante de violencia e injusticia, de mentira y maldad que los mapuche hemos debido soportar de parte del winka invasor. Hoy como ayer, la codicia es el combustible que hace avanzar a los modernos conquistadores de nuestro pueblo. Angelini, Matte y Luksic nada tienen que envidiar a Valdivia, Pizarro o Saavedra. Muy bien lo saben nuestros hermanos de Arauco y Malleco, que hoy sufren en carne propia la soberbia de las empresas forestales transnacionales que operan en sus tierras con resguardo tanto policial como jurídico del Estado "democrático" chileno.

Sin embargo, ni la ocupación militar, ni el moderno exterminio neoliberal de nuestro pueblo han logrado mermar la firme conciencia mapuche de nuestros hermanos que hoy se levantan en las comunidades de Arauco y Malleco con el firme propósito de recuperar sus tierras. Conciencia mapuche que parece nutrirse de lo mejor de nuestra historia, ya que es capaz de desencadenar luchas que van mucho más allá del "simbolismo" de experiencias pasadas, involucrando en su estrategia acciones de fuerza y resistencia que golpean los intereses del invasor y que permiten una ocupación real tanto de los espacios como de los recursos de éste.

Este cambio de actitud adquiere hoy una vital importancia, por cuanto las estrategias con que el Movimiento Mapuche a enfrentado la política etnocida del Estado chileno en su etapa post-dictadura, poco o nada ha aportado al proceso de liberación de nuestro pueblo. Desde el punto de vista de los hechos, dicha estrategia no ha resultado ser otra cosa que la búsqueda de estériles acuerdos políticos que sólo han servido para beneficiar las arcas de las organizaciones e instituciones que se han prestado para dicho juego. Las mismas que hoy siguen enfrascadas en discusiones tan absurdas como la validez del Acuerdo de Nueva Imperial, la Ley Indígena o la conveniencia de un posible gobierno socialdemócrata en una actitud de total subordinación al Estado chileno. Hasta ahora, las movilizaciones de carácter insurreccional no parecían ser una opción como estrategia de lucha. Sin embargo, las comunidades han demostrado lo contrario.

La imagen que reflejan las comunidades que hoy se levantan posee un carácter insurreccional. Tal como la Intifada palestina, hombres y mujeres, niños y niñas enfrentándose a palos y pedradas contra la fuerza pública, los poderosos y sus perros de presa. Nuestros hermanos desafían incluso a su propio estado de necesidad. Viven enfrentados a una marginación social, económica y cultural implacable. A ningún político "democrático" se le ha ocurrido decir que el Estado chileno practica el apartheid, pero es un hecho público que los mapuches reciben un trato inferior por el sólo hecho de ser mapuches. Y a pesar de ello, siguen luchando. Es que poco a poco la fuerza de nuestros lonkos y la sabiduría de nuestras machis pareciera ir iluminando el camino de las comunidades en la búsqueda del respeto que la soberbia del winka les ha negado por años. Y es que con el hambre y la miseria sobre las espaldas no es muy difícil entender que hay que dejar los discursos y la diplomacia de lado, y pasar a la acción. Más aún cuando las súplicas, la espera, los votos, los acuerdos y la justicia no dan ningún resultado.

Hoy, ni el despliegue policial con su secuela de amedrentamiento y terror, ni las nuevas promesas de migajas por parte del Estado chileno han sido capaces de frenar la ola de movilizaciones coordinadas que han llevado a cabo distintas comunidades en la zona de Arauco y Malleco con el objeto de recuperar sus tierras usurpadas. De las cenizas de los camiones de la Forestal Bosques Arauco quemados en Pichiloncoyan ha comenzado a surgir un movimiento autónomo que se plantea en directa confrontación con el Estado chileno y que tiene como eje central de sus demandas la restitución de las tierras usurpadas. Un Movimiento Mapuche Autónomo que es liderado por las autoridades tradicionales de nuestro Pueblo, que obedece a nuestras necesidades y reivindicaciones históricas y que se proyecta como un referente político-ideológico fundamentado en lo más profundo de nuestra realidad, cosmovisión y cultura.

En el substrato de los conflictos por recuperaciones de tierras que hoy estallan en el Wallmapu (Territorio Mapuche) se vislumbra una nueva posición estratégica de lucha frente al Estado y sus políticas de asimilación/exterminio. Esta surge desde el seno de las propias comunidades, plantea la acción directa por sobre la demagogia y la dignidad por sobre aquellas posiciones reformistas de organizaciones e instituciones mapuches que sólo son funcionales a los intereses del Sistema. Esto sin duda que traerá sus consecuencias. En primer lugar, permitirá ir aclarando el panorama para saber quién es quién dentro del actual Movimiento Mapuche. Hoy en día es un hecho que el accionar de las comunidades ha sobrepasado y deslegitimado tanto los discursos como la práctica de muchos dirigentes urbanos y a las organizaciones que ellos representan. El proceso de lucha que hoy desarrollan las comunidades requiere de un nivel de compromiso mayor y sólo quienes estén dispuestos a pagar el alto costo que dicha tarea conlleva podrán ser reconocidos como verdaderos líderes y voceros de la lucha de nuestro pueblo. Lo dicen los pu lonko y pu kona de las comunidades, con la garantía y la seguridad que les da el estar día tras día, noche tras noche luchando allí donde el compromiso se demuestra poniendo el hombro y también los puños. Así, la irrupción de esta nueva estrategia permitirá ir desenmascarando poco a poco la actitud inconsecuente y el doble discurso de muchos dirigentes que hasta hoy se daban el derecho de hablar en nombre de otros. Precisamente en nombre de las comunidades que hoy han puesto las cosas en su sitio asumiendo el protagonismo de la lucha.

En segundo lugar, hará que las medidas represivas para con nuestro pueblo se agudicen progresivamente. Sería absurdo pensar lo contrario, ya que el Estado chileno jamás permitirá que nuestras comunidades se alcen y se nieguen a agachar la cabeza ante el sistema. Más temprano que tarde, el Estado nos mostrará su verdadera cara y lo veremos correr veloz a proteger los intereses de los poderosos, tal como ocurrió en los sucesos de Lumako con la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado en contra de 12 luchadores de nuestro pueblo. Al igual que en los mejores tiempos de la dictadura militar, la represión será la vía mediante la cual el Estado querrá dar solución al conflicto, negándose con ello a encararlo en su real dimensión cultural y política. Ellos saben que la sublevación de las comunidades puede ejercer algún día la violencia mucho más allá de las pedradas y eso es precisamente lo que les preocupa.

Pero la persistente memoria de la rebeldía y la insolencia de las comunidades que día a día siguen estrenando nuevos aires de insurgencia, nos hace mirar el futuro con optimismo. Las comunidades de Arauco y Malleco saben desde donde proviene el clamor de su derecho y tienen claro que la lucha por la recuperación de tierras es también la lucha por la dignidad y la memoria, es la lucha contra el despojo y el olvido, es la lucha por reconstruir nuestra Nación y nuestra historia.