lunes 25 de marzo de 2002

Infiltración de violentistas

Llevamos ya varios años conociendo especulaciones, publicadas en crónicas editoriales y artículos de opinión de órganos de prensa, sobre la posible infiltración de organizaciones de violentistas en el movimiento mapuche. Es bastante evidente que varios periodistas de medios de cobertura nacional, compiten entre sí por ser él o los primeros en anticipar la organización formal de una conjura violentista mapuche, comparable con la sublevación de Chiapas en México, del IRA de Irlanda, de ETA del país Vasco o de las sectas terroristas del fundamentalismo islámico.

Es necesario hacer un esfuerzo para colocar el asunto en una dimensión real y honesta.

Los humanos, de cualquier lugar de la tierra en que se respeten los derechos humanos fundamentales, realizan protestas públicas colectivas por agravios, recientes o remotos, que la institucionalidad política no resuelve de modo oportuno y ecuánime. Siempre, y en todo país, una ''movilización'' colectiva, abierta a una participación de desconocidos, encierra el riesgo de proveer impunidad para potenciales rufianes, ansiosos de violencia física en contra de cosas o de personas. La predisposición a la violencia es algo innato al sexo masculino. De ello nace su afición a las emociones extremas que proporcionan las guerras, sus preparativos y complementos. No olvidemos que la TV, el cine, los videos y la prensa sensacionalista estimulan, con fines lucrativos, el gusto por las emociones violentas.

La afición masculina por la violencia destructiva y asesina puede convertirse en una adicción irremediable. Después de la II Guerra Mundial y de la Guerra de Vietnam, los soldados de los ''comandos'', hoy denominados ''tropas de elite'', adiestrados para matar al enemigo en un combate de persona a persona, no lograron readaptarse a una vida social pacífica. Los ex ''comandos'' de la II Guerra Mundial, se autodenominaron ''soldados de fortuna'' y sirvieron de feroces mercenarios en guerras y organizaciones de bandidos en Africa. Los ex comandos estadounidenses de la Guerra de Vietnam, terminaron, en proporción significativa, en manicomios, cárceles y sucidios.

Muchos de los protagonistas de la insurrección armada en Latinoamérica de las décadas de los 60, 70 y 80 no renunciaron a su profesión guerrera. Unos han organizado la industria de los secuestros en Centroamérica, Colombia, Brasil, etc. Otros son sicarios del narcotráfico y no faltan los que se han descolgado en la delincuencia común.

Bien sabemos en Chile que las ''movilizaciones populares'', con fuerte presencia juvenil, devienen fácilmente en vandalismos destructivos y combates violentos con carabineros. La incapacidad chilena de crear una institucionalidad política adecuada y eficaz para dar soluciones justas a las quejas y agravios de mapuches, acumuladas por ciento veinte años, es la causa real de contaminación de violencia que invade el movimiento mapuche.

Los autores, cómplices y encubridores de actos de violencia imputables a mapuches no son diferentes de los pelusones de las barras de fútbol, de los tirapiedras que simulan ser estudiantes y otros de la misma ralea. Tomando en cuenta las circunstancias de fuerte discriminación social, económica y política que sufren los mapuches, sus desbordes de violencia son inferiores a los que resultan de las ''movilizaciones'' convocadas por huincas.

Las especulaciones sobre alguna clase de hipotética infiltración de organizaciones violentistas en el movimiento mapuche carecen de fundamento. Lo más absurdo de estas especulaciones es la mención de vinculaciones internacionales de algunas entidades y dirigentes mapuches. Esta mención se expresa como una maliciosa insinuación de tendencias antipatrióticas de los mapuches.

El mayor caudal de vinculaciones internacionales de los mapuches se da a través de instituciones filantrópicas de la Iglesia Católica y de otras confesiones religiosas cristianas. La red de vinculaciones internacionales mapuches, de índole académica o de solidaridad política con los pueblos originarios, es bastante más débil que la que sostienen los movimientos ecologistas, de defensa de los derechos humanos, feministas, varios partidos políticos y la generalidad de grandes empresas e instituciones chilenas, con o sin fin de lucro. La atribución de características reprobables a la activa ''globalización'' de las reivindicaciones mapuches, encierra un trasfondo de prejuicios de dura discriminación racial, social y política antimapuche.

Carlos Neely I.


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