Proyecto de Documentación Ñuke Mapu
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El Mercurio Electrónico
Santiago de Chile, Miércoles 31 de Mayo de 2000

Los Mapuches Aún Raptan a Sus Novias
 

Sólo en algunas comunidades se mantiene esta bella y romántica tradición. Sin embargo, ahora la mayoría prefiere pololear al estilo huinca, incluso con ayuda de Internet.
 

Por Iván Fredes

Ocurre con sorpresa, de noche, rápido y silenciosamente, cuando nadie siquiera tiene la más remota sospecha. Entonces, el galán ronda agazapado fuera de la casa de su prometida, maullando, ladrando o trinando como una inocente avecilla. La novia, atenta, obviamente nerviosa y angustiada, sale a hurtadillas, con un pequeño bolso de mano, al encuentro furtivo con su amado y desaparece sin dejar rastros. Se trata del weñe zomón, una especie de rapto acordado, que, para gran sorpresa de la familia de ambos jóvenes, es la culminación de un romance mantenido durante largo tiempo en el más absoluto de los secretos.

Es también el inicio de la etapa de preparación del matrimonio que termina finalmente formalizado ante un oficial del Registro Civil y en el altar de una iglesia católica o evangélica.

Si bien la romántica, audaz y tradicional práctica es cada vez menos frecuente debido al creciente proceso de transculturización - influencias de otras culturas- , el investigador Juan Ñanculef Hauiquinao cuenta que su vigencia permanece intacta en comunidades más aisladas y especialmente entre jóvenes comprometidos con la revalorización de sus costumbres.

Antiguamente, recuerda Ñanculef, las uniones de las parejas indígenas eran una responsabilidad comunitaria, se respetaban los linajes y existía una especie de ley matrimonial - el ñuke kurre- , que establecía que un joven debía casarse preferentemente con la hija de su tía paterna (prima) para conservar la sangre o herencia genética. Entonces, a falta de primas o familiares, eran los padres los que buscaban novias a sus hijos.

Weza mollfun meu konul mu, weñefe kupán gele, kewatufe kupan gele, ka femiechi tripaya fuy tami pu yall (Si te metes con alguien de mala sangre, que tenga herencia de ladrón, que tenga herencia de peleador, ladrones y peleadores pueden salir tus hijos) era el consejo paterno que se repetía hasta el cansancio para evitar problemas matrimoniales y de la prole.

El noviazgo ideal era el entu zomón, una especie de matrimonio acordado. El padre buscaba a la futura nuera y hacía los arreglos protocolares y pactaban las condiciones de pago de la muchacha (uno o más caballos para la fiesta, vacas, chanchos, ovejas o aves de corral) para llevar a efecto la unión con guillatunes y ritos tradicionales.

Pero esa tradición fue cambiando con la irrupción de otras culturas y principalmente por la influencia de la Iglesia Católica, que lentamente fue imponiendo normas sagradas como el sacramento matrimonial a la usanza occidental y que fueron religiosamente respetadas por los indígenas.

El weñe zomón o rapto acordado surgió cuando por diferentes motivos los jóvenes creían que sus padres no aceptarían el noviazgo. Simulaban un robo para sellar la unión sobre hechos consumados. Los padres de ambos jóvenes estaban obligados a arreglar el matrimonio.

El encargado del Museo Antropológico de Cunco, Juan Torres Torres, estudiante de Lingüística e investigador de la cultura mapuche, recuerda que su primo Reinaldo raptó a su enamorada Carmen, en 1994, en la comunidad pehuenche de Icalma, ubicada en plena cordillera, por el sector de Lonquimay.

Como parte del acuerdo, llegó a la casa de su prometida a medianoche, montado a caballo y tras una tensa y silenciosa espera abandonó el lugar con su mujer en la cabalgadura hasta la casa de sus padres.

Como reza la tradición, en su hogar debió hablar con sus padres y contar que había raptado a Carmen, la hija de Fulano, y después de ser aceptada, ambos entraron a la vivienda. Entonces, su progenitor se preparó para partir de madrugada a la casa de los padres de la novia. Estos, con sorpresa, recién despiertos, conocieron la noticia. Luego vino la petición de mano formal y el arreglo de la boda.

El padre del novio tuvo que poner caballos, alimentos y ropas para la fiesta. Para eso hubo un tiempo, dos o tres meses, período en que los novios también pusieron a prueba su fidelidad hasta esperar el día del casamiento civil y religioso.

Domingo Colicoi, asesor cultural de la Conadi y estudiante de pedagogía intercultural, recuerda que este tipo de tradición es más frecuente de lo que se piensa. En su propia comunidad son varios los jóvenes que han raptado a las que hoy son sus esposas. La gente cree que esto es pasado, pero ocurre hoy, subraya.

Pese a que los fracasos matrimoniales y la infidelidad entre los mapuches son similares a la de los huincas, los estudiosos dicen que las uniones surgidas con el rapto son más estables e imperecederas.

También los estudiosos concuerdan que cada vez son menos los jóvenes que mantienen esa hermosa tradición indígena, sea porque emigraron masivamente a la ciudad, enamoraron a mujeres wincas o chiñurras o porque terminaron asimilados por culturas que sancionan moral y socialmente ese tipo de actos amorosos.

Incluso, con la proliferación de computadores en los colegios del campo y la ciudad, que permite acceder a Internet a través del proyecto educativo Enlaces, muchos de los jóvenes mapuches puntocom están pololeando ahora vía chat o e-mail.

No están ni ahí con el weñe zomón.

¿Y la Machi...?

A la machi no la raptan. Nunca lo han hecho. Es la autoridad espiritual de una comunidad. Es respetada, hasta reverenciada por todos, sin excepción. Uno sólo espera. Mi Dios lo elige, cuenta Juanita Quiripán, machi de Montrehuanqui, del sector Huichahue, en los alrededores de Temuco.

Como ocurre generalmente, Juanita supo en sueños que había sido elegida para ser machi de su comunidad. Tenía como seis años. Entonces, la familia comenzó a prepararla para su nuevo rol. A medida que crecía, los jóvenes más la veían como futura machi que como una muchacha común y corriente. En vez de acercarse, se alejaban.

Por eso uno sabe que un día llegará la pareja. Fue así como conocí a mi esposo. Nos miramos, nos reímos y él después habló con mis padres, dice al recordar su romance con Francisco Meliqueo, que terminó en casamiento en la iglesia de Padre Las Casas, allá por 1977.

Hubo rogativas, fiestas y tuve que traer el Rehue a mi nueva casa, dice cauta y aclara que una machi no puede dar más detalles de un casamiento, porque son cosas privadas.


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