Santiago de Chile, Domingo 3 de Septiembre de 2000

Contra la Marea Indigenista. Experto Canadiense Critica Política en Boga

Thomas Flanagan explica el fracaso de la política de su país que ha aumentado el conflicto indio, los ha marginado del desarrollo y desintegrado sus familias.
 

Por PILAR MOLINA A.

LOS líderes indígenas canadienses lo han tildado, a lo menos, de racista. No aceptan sus críticas a la política oficial de Ottawa con los pueblos aborígenes. Thomas Flanagan sabe la controversia que genera ir contra la marea, pero sin ninguna arrogancia plantea que la discusión forma parte de la democracia y admite que sus puntos de vista los comparte en su país una minoría... por ahora.

Flanagan (56 años), doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Duke, creció en Estados Unidos, pero emigró a Canadá en 1968 y adquirió esa nacionalidad el 73. Desde entonces enseña en la U. de Calgary, en Alberta. En los 90 dirigió el centro de investigaciones del partido de centroderecha Alianza Canadiense y es consultor desde 1986 del Departamento Federal de Justicia en materia de disputas indígenas. También fue asesor de la entidad que administra los tratados que en su época firmó la monarquía, de nación a nación, con las tribus indias que habitan Canadá.

A Chile llegó invitado por la Universidad Gabriela Mistral a participar en un seminario sobre el tema indígena, que el académico ha abordado en varios libros. El más polémico y reciente, "First Nations? Second Thoughts". Allí postula que los indígenas nunca reconocieron la primacía del que se había instalado primero por lo que el hecho que se denominen ahora "primeras naciones" - los descendientes de las 633 tribus que habitaban Canadá cuando llegaron los europeos- no constituye una base para negociar nada, porque además nunca constituyeron una nación.

- Más allá de si tienen o no derechos ancestrales que el resto no, las políticas indigenistas en boga apuntan a reparar injusticias históricas, como haber despojado a los indios de las tierras que habitaban.

- Yo creo que es un error soñar con reparar las injusticias del pasado. El modo correcto de plantearse es cómo ser justos con la gente que hoy vive y sufre injusticias. Como señaló el Presidente Kennedy, a propósito de las relaciones entre negros y blancos, "tenemos que tratar de ser justos en nuestro tiempo". Eso es lo crucial porque lo que ya está hecho no podemos deshacerlo y más allá de si fue bueno o malo, lo que demuestra la evidencia histórica es que hubo muchas emigraciones entre los habitantes originarios, loS cuales pelearon entre ellos, sin reconocerse derechos como originarios y establecieron sus propios sistemas políticos. Yo veo la llegada de los europeos como una nueva emigración, una suerte de tribu más poderosa, con un mayor nivel de civilización, que estableció en el Nuevo Mundo su sistema legal y político soberano, tal como lo habían hecho otros pueblos.

- ¿La política indigenista canadiense ha logrado una mayor integración de los aborígenes?

- Parcialmente. Esta política ha ido como un péndulo. En los 60 el gobierno enfatizaba la integración a la sociedad y en los últimos 30 años, en cambio, la separación. Las políticas actuales y la terminología enfatizan la separación. Se habla de primeras naciones, de autogobierno - en vez de participación en el gobierno de Canadá- , de creación de comunidades indígenas. El jefe de la Asamblea de Primeras Naciones, Matthew Coon, dijo una frase muy sorprendente, que asume la extrema diferencia entre los aborígenes y los canadienses: "yo no soy un canadiense".

- ¿Pero el gobierno promueve esta diferenciación?

- Ha aceptado este vocabulario. En todos los documentos oficiales la palabra indio ha sido eliminada - se considera políticamente incorrecta- y reemplazada por el término primeras naciones, que prefieren los aborígenes. El gobierno las reconoce como naciones que pueden autogobernarse dentro del Estado canadiense, pero no su soberanía. En teoría, cada una de estas 633 tribus - que en promedio alcanzan los mil miembros- negocia de pueblo a pueblo con el gobierno de Canadá, lo cual es un absurdo porque grupos tan pequeños no pueden funcionar como naciones.

- Con esta política que acentúa la segregación, ¿qué ha ocurrido con la integración económica de los aborígenes?

- Se dan múltiples tendencias. Por el movimiento natural de inmigración del campo a la ciudad, el 40 por ciento de los indígenas ha abandonado las reservas. Y en ellas, donde permanece la mayoría, el gobierno ha tratado de promover la creación de economías aborígenes, gastando una enorme cantidad de dinero. El presupuesto de este año para programas indígenas alcanza los 6,5 mil millones de dólares canadienses, lo que da un per cápita de 10 mil dólares, considerando que hay 600 mil aborígenes en total. Y eso, sin considerar la transferencia de tierras y de recursos naturales como bosques, derechos de pesca y caza. La idea es que los aborígenes serán autosuficientes si tienen suficientes recursos.

- ¿Y lo han logrado?

- Sólo la clase política que se ha constituido arriba de las organizaciones comunitarias, que es la que maneja las transferencias monetarias del gobierno a las comunidades. Disfrutando de un alto estándar de vida, esta elite política está constituida por los jefes, los tecnócratas que administran y los abogados, que son muy importantes, porque en Canadá gran parte de los conflictos se ventila en los tribunales.

- Las estadísticas con la gran masa, en cambio, son alarmantes. Incluso donde estas elites lo hacen bien arriba, en los niveles inferiores ha aumentado la dependencia de los programas sociales del gobierno, lo cual va acompañado de un incremento estadístico de las patologías sociales. Más de la mitad de los niños indígenas nacen en familias de madres solteras - tienen tres o cuatro hijos sabiendo que el Estado correrá con su sustento- y hay una alta tasa de criminalidad, dependencia del alcohol y de las drogas.

- ¿O sea que las políticas oficiales han debilitado la autonomía indígena?

- Sí, han creado una subclase que según las estadísticas oficiales alcanza a la mitad de la población aborigen, que no tiene empleo y que vive de los beneficios de los programas estatales. La casa, la educación, la salud, todo es gratis y no pagan impuestos.
La elite beneficiada

- En compensación, ¿ha disminuido el conflicto indígena?

- No, tenemos más conflictos, incluyendo los de violencia, aunque suelen ser expresiones aisladas. Pero lo más importante es que tenemos una explosión de litigios judiciales, miles, básicamente en contra de los gobiernos federales, por injusticias históricas.

- La buena noticia es que antes muy pocos indígenas llegaban a la universidad y hoy están estudiando unos 10 mil. Eso es progreso, pero aún una excepción.

- ¿Por qué critica tanto a la falta de reconocimiento de la propiedad individual, lo que parece ser hoy un elemento común en todas las políticas indígenas?

- Si el socialismo fracasó en todas partes del mundo no veo por qué va a funcionar con los aborígenes. La propiedad colectiva de la tierra crea todo tipo de dificultades para su uso económico. A eso se añade que todas las transferencias que hace el gobierno - en dinero o recursos naturales- no llegan a las manos de los individuos, sino que a la propiedad colectiva de la tribu, lo que en la práctica significa que son controlados por la clase política aborigen. Ello ha dado origen a la creación de un "capitalismo de compadres", que no es abierto ni competitivo, sino que funciona fundamentalmente con los familiares y grupos de apoyo político, que garantizan la reelección de los jefes.

- Hoy comunidades indígenas controlan grandes negocios - líneas aéreas, campos de golf, centros comerciales y hasta casinos- , pero como no tienen cuentas públicas, y la plata se transfiere desde el gobierno, nadie sabe si son o no rentables.

Por los problemas que genera la propiedad colectiva Flanagan también se opone a que el Estado ceda tierra a las reclamaciones indígenas:

- Al hacerlo, transfiere recursos productivos al control de grupos políticos, lo cual en el largo plazo reduce la eficiencia.

- ¿Continúa transfiriendo tierras el Estado canadiense?

- Más que nunca. El máximo líder aborigen Coon señaló que "todavía somos dueños de toda la tierra", lo cual significa una demanda potencial ilimitada. Para entender la dirección del movimiento indígena sirve estudiar la posición de los más radicalizados. Y éstos hoy, reivindicando la propiedad de todo el territorio y de los recursos naturales, como el petróleo, el gas, los bosques o cualquier cosa, reclaman también un derecho a veto sobre el desarrollo económico. En la provincia de British Columbia cualquier nuevo proyecto debe ser consultado a los jefes locales, aunque este veto no tenga respaldo legal.

Errores comunes

- Australia, Nueva Zelanda y Canadá suelen verse como modelos de integración indígena. ¿Qué errores comparten sus políticas?

- Australia ha imitado la política que inició Canadá hace 30 años y aunque tienen diferencias, los elementos comunes, también con Nueva Zelanda, son: 1.- Reparación por injusticias históricas, que se traduce en transferir y poner bajo el control de las elites políticas indígenas recursos que son de toda la sociedad en general. 2.- Propiedad colectiva, que tiende a producir el "capitalismo de compadrazgo". Y 3.- Dependencia creciente de un alto porcentaje de la población indígena en los programas sociales. En el nordeste de Australia, aunque la mitad del territorio llegó a ser controlado por los aborígenes, se ha evidenciado que sus condiciones económicas, e incluso las expectativas de vida, se han deteriorado.

- ¿Usted sería partidario de que en vez de continuar con este patrón de tierras, comunidades, economía y autogobiernos indígenas el Estado licuara el total de sus transferencias y le diera anualmente los 10 mil dólares a cada uno de los indios para que tome sus decisiones de vida?

- Como conservador yo no creo en soluciones dramáticas, sino que graduales. Un pago anual destruiría los esfuerzos por trabajar y superarse de los individuos. Debemos cambiar la dirección de las políticas para reducir la intervención del Estado, lo que en la práctica significa disminuir gradualmente los aportes fiscales; clausurar el proceso de reclamación de tierras, y la introducción gradual de derechos de propiedad individual en las comunidades aborígenes, lo que puede iniciarse por la posesión de sus viviendas. Y a nivel local, tal vez la política más importante sea introducir el pago de impuestos. Que los gobiernos aborígenes obtengan al menos una parte de sus ingresos de impuestos sobre su propia gente, la que al fiscalizarlos evitaría la corrupción.

La ley: clave

- En Chile está pendiente el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas. De acuerdo a su experiencia, ¿qué efecto tendrá?

- Hay una paralelo en nuestra historia, que fue cuando en 1982 Canadá aprobó el mayor paquete de reformas constitucionales, el que incluía el reconocimiento de los tratados sobre derechos indígenas ya celebrados. Esta única frase se convirtió en una invitación al activismo judicial. Invocando esta enmienda, los movimientos políticos aborígenes han logrado que las cortes reinterpreten los viejos tratados, creando incluso derechos que nunca estuvieron explícitos en esos acuerdos y que el gobierno se ve obligado a acatar.

- ¿Cómo cuáles?

Me pasa un recorte de diario canadiense con informaciones sobre hechos violentos ocurridos recientemente en Burnt Church, donde aborígenes han desafiado las restricciones federales a la captura de langosta.

- El marco legal es que las 34 tribus de esta región firmaron en 1761 un tratado de rendición a la Corona Británica. El tratado nada decía sobre derechos económicos, pero el año pasado la Corte Suprema, interpretando la protección constitucional a dichos tratados, señaló que estaba implícito en ese acuerdo el derecho colectivo de las actuales comunidades de esa región a pescar langostas para ganarse la vida de una forma moderada. El gobierno federal, entonces, obligado a implementar la decisión judicial, tuvo que invertir 160 millones de dólares canadienses para comprar botes e implementos y licencias de pesca a pescadores blancos para transferírselas a los indígenas. Y el problema actual es que algunas de las tribus beneficiadas han tomado la línea dura señalando que ellos no tienen por qué sujetarse a las regulaciones federales y que pueden pescar cuantas langostas quieran, aun en veda.

- ¿Qué influencia tiene las Naciones Unidas en la promoción de este tipo de políticas indigenistas?

- En Canadá probablemente menos que en otros países, porque nosotros tenemos este muy elaborado cuerpo legal basado en nuestros tratados, que son los que las cortes están ahora reinterpretando. Pero sin duda que nuestros jueces usan los informes de las agencias de derechos humanos y aborígenes como marco de fondo para sus decisiones.

Más resentimiento

30 años de activa política indigenista no han terminado con el resentimiento aborigen. Todo lo contrario, señala Flanagan:

- Entre los indígenas el resentimiento ha crecido enormemente al amparo de una política oficial que alienta una cultura de reivindicación y victimización, basándose en que las grandes injusticias del pasado deben ser reparadas hoy.

- Las tierras, el dinero, el autogobierno, todo lo que se les concede se toma bajo el concepto de reparación, lo cual los alienta a estar buscando constantemente nuevas evidencias de injusticias.

- ¿Y sería partidario de políticas segregadas cuando las encuestas demuestran que los mapuches son más pobres, menos empleados y educados que el resto de los chilenos?

- No. Los tratos especiales sólo benefician a las elites y normalmente hacen las condiciones peores para la gran mayoría. El gobierno tiene que darles las mismas oportunidades a todos los chilenos, y si los servicios que él provee para los mapuches - como casa o educación- son inferiores a los que llegan al resto, debe mejorarlos.

- La forma en que se promueve el adelanto de la gente pobre es promoviendo las oportunidades a las personas, no a los colectivos, y las personas y las familias tienen que tomarlas por sí mismos.

El cientista político no quiere opinar sobre la política oficial indígena en Chile, pero sí advierte:

- Yo sólo espero que Chile no repita nuestros errores. La política canadiense ha estado fundamentalmente equivocada en los últimos 30 años. Hemos abandonado los principios que han funcionado para todo el resto, pensando que no operan con los indígenas. En vez de aproximarnos a ellos con derechos individuales de propiedad, mercados abiertos, igualdad ante la ley, que es lo que ha creado oportunidades para todos, les damos tierras especiales, propiedad colectiva, estatus legal especial, etc. El desafío es extender los principios generales de la sociedad democrática a todos y si los mapuches no han recibido los beneficios de esos principios, hay que llevárselos, pero en ningún caso abandonar los principios.


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